El Barça padece un promedio de 21 lesiones musculares por temporada,
según los datos obtenidos desde 2005. En este período de estudio, la
cifra mas elevada de lesiones fue de 26 en el curso 2007-2008 y la
menor, de 16 en 2006-2007. Las cifras de las tres temporadas con
Guardiola al frente del equipo son 19, 24 y 18, siempre referidas
exclusivamente a lesiones musculares, lo que arroja un promedio también
próximo a las 21 incidencias anuales. A lo largo de las seis temporadas
completas, los protocolos de entrenamiento, recuperación, prevención y
rehabilitación no se han modificado de manera significativa. En los tres
cursos de Guardiola como técnico, los entrenamientos de campo, los de
musculación, los calentamientos, la tipología de ejercicios y el
tratamiento de prevención y fisioterapia no han sufrido la menor
variación, entre otras razones porque las personas que dirigen el
proceso son las mismas y han decidido no modificar ninguno de sus
protocolos.
El equipo padece ahora una epidemia de lesiones en el
bíceps femoral; en concreto, seis lesiones en el mismo paquete
muscular: tres de ellas leves (Afellay, Adriano y Abidal), dos moderadas
(Iniesta y Cesc) y una grave (Alexis). Si consideramos que el 30% de
las lesiones musculares de un año se producen en los músculos
isquiotibiales (de los que el bíceps femoral forma parte), observamos
que casi se ha cubierto el cupo estadístico anual. Sin embargo, no
existe una razón especial ni preponderante que justifique dicha
epidemia. No ha habido ninguna modificación sustancial de un año a otro:
ni siquiera, en el menor de los ejercicios. La preparación contiene las
mismas virtudes o defectos que en años anteriores. La pretemporada fue
tan compleja como en esas otras temporadas y los entrenamientos no han
cambiado, pero hace un año la plaga se centró en los abductores, donde
hubo seis roturas y una contractura.
Aunque, periodísticamente, el
asunto es muy goloso, desde un punto de vista del entrenamiento no
existe razón que fundamente tal número de incidentes, salvo una
desafortunada casualidad. Las seis roturas de abductores del curso
pasado tampoco obedecieron a ninguna causa relevante: simplemente,
ocurrieron. Las cuatro roturas de ligamento cruzado del curso 2004-2005
(Gabri, Larsson, Edmilson, Motta) no tuvieron causa común, pese a la
maledicencia de que obedecían al uso de una máquina vibratoria (dos de
los lesionados jamás la usaron). ¿Y qué decir de las 17 roturas de
ligamento cruzado sufridas entre el 28 de julio y el 30 de noviembre de
2006 en la Liga española? Aquella epidemia asombró al mundo, pero no
tuvo ninguna causa común: fue una casualidad desgraciada. Como la del
bíceps femoral. Es una explicación tan simple como cierta.