jueves, octubre 19, 2006

Baño táctico de Mourinho


La sabiduría consiste en extraer enseñanzas de los errores. Lo demostró la pasada temporada Rijkaard, que enmendó su tibio planteamiento del año anterior. Y lo confirmó anoche Mourinho tapando todos los huecos que había dejado abiertos en la gran batalla del mes de febrero. En realidad, Mourinho tapó esos huecos hace varios meses. Esos dos huecos son los que permitieron la exhibición de Messi y en menor medida de Ronaldinho hace ocho meses: los dos laterales. Así que el técnico portugués dejó marchar a Del Horno y contrató a Ashley Cole, un excelente lateral zurdo que ha cerrado la banda y obligado a Messi a meterse por el embudo central. El otro antídoto se lo enseñó el Milan en las semifinales de Champions, cuando Jaap Stam se comió a Ronaldinho. Un central serio para frenar al brasileño. Y Mourinho decidió fichar a Khalid Boulahrouz.

Mourinho ha ganado otra batalla y, además, a lo grande, dándole un baño al campeón en la segunda parte. Durante semanas ha ensayado todas las alternativas de su equipo: Bolo de lateral diestro, Essien de centrocampista libre entre líneas, Ballack bajando balones para sus delanteros. Los ensayos no fueron brillantes, pues el Chelsea mostró deficiencias en la Premier: se encalló al perder las bandas. Pero los ensayos han servido para el día clave, en el que todo ha salido como decía el guión: juego en zona central, fútbol directo del Chelsea, control del Barça y a pasar minutos. Mientras se ha seguido el guión sólo un elemento ha roto el equilibrio y la paz: Mickael Essien, un torbellino entre líneas, un puñal por esa banda derecha en la que Ronaldinho abandona siempre a Gio y el lateral holandés se ahoga en un vaso de agua.

El guión también decía que cuando un equipo marcara todo se desmadraría. Como ha sido el Chelsea quien lo ha conseguido, en una fantástica acción del meteórico Drogba, el delantero más en forma junto a Villa (y Eto'o), el desmadre le ha favorecido pues se siente perfecto en ese juego de acordeón encerrándose atrás y disparando el arco a toda velocidad. Ahí, los de Mourinho le han dado otro baño a los de Rijkaard. Un baño que merecía concluir con tres o cuatro goles de ventaja, evitados a partes iguales por Valdés y la baja forma de Shevchenko. Del Plan B de Rijkaard no ha funcionado nada, ni siquiera la teórica condición física, ni el rondo famoso.

¿Se ha equivocado Rijkaard en sus dos planteamientos? Es probable, pero reconozcamos que mucho más ha acertado Mourinho en los suyos, pues ha corregido todos los errores anteriores, ha tapado los huecos, reforzado las líneas y mejorado la velocidad. Y mucho más se han equivocado los jugadores del Barça como colectivo. No había que ceder faltas ni saques de esquina, pues doble taza: en la primera mitad, cinco córners y cuatro faltas peligrosas. Eso no es culpa de Rijkaard, sino de sus jugadores. Que había que finalizar todas las jugadas aunque fuese en saque de banda para evitar los contragolpes, pues sus jugadores han batido un récord de ceder balones a la segunda línea del Chelsea. Que había que secar a Lampard y Essien, pues les han dejado moverse como peces en el agua.

Por tanto ha bastado un pequeño error de marcaje (o una acción fabulosa de Drogba, que es lo mismo) para romper el guión, el partido y quizás el grupo. Los que se burlaban en agosto cuando planteé en tertulias que el Barça sufriría para clasificarse pueden mirar hoy la clasificación y empezar a ver la realidad. Porque más allá de los aciertos de Mourinho, la mirífica fortaleza de Drogba, el hambre de triunfo de Lampard o Terry, la escoba de Makelele y el descomunal trabajo de Essien, más allá del Chelsea se encuentra la verdadera situación del Barça: la de un equipo con muchas dudas. En lo físico, en lo táctico, en lo anímico, en lo colectivo y en lo individual. Muy poderoso, pero con dudas.

Algunos aficionados del Barça pueden seguir aceptando sin rechistar las justificaciones (del club o de algunos diarios) de que el futuro será mejor porque el presente no interesa. De acuerdo. Pero el presente tiene serias lagunas: una condición física muy mala, fruto de la pretemporada, pero también de la falta de trabajo general; la ausencia de alternativas tácticas que se ha evidenciado en todos los partidos contra equipos serios; un estado anímico muy alejado del óptimo: ni la concentración, ni el rigor ni la ambición son las del año pasado.

Digamos unas últimas palabras dedicadas a Ronaldinho. Hace tiempo que el 'crack' brasileño debería haberlo hecho, pero ahora ya es ineludible que reflexione sobre su estado general. Los diarios juraron que había vuelto; los bloggers aseguraron que no. Tenían razón, de momento, los segundos. Pero si se juega como se entrena, se comprenden actuaciones como la de ayer en un partido grande, frente a un rival gigante y en un estadio espléndido. Ausente por asuntos personales, como en tantos y tantos días de entrenamiento.

Fotos: AP - AFP - Chelseafc.com.