sábado, diciembre 25, 2010

Thiago y Nolito

Uno se queda y el otro se va. Todavía no está firmado y certificado, pero sí hablado y pactado. Thiago se queda y Nolito se va. Uno de los cuatro chavales que en verano llamaban a la puerta del primer equipo encontrará un hueco dentro de una plantilla prodigiosa que sumará 21 elementos con esta doble entrada de Afellay y Thiago. En cuanto al explosivo extremo del filial, su opción vital se inclina más por la seguridad de un contrato a medio plazo con el Benfica garantizando un sueldo muy considerable que por pelear por un puesto en el equipo de Guardiola, tarea hercúlea. Entre una gloria incierta y un dinero seguro, Nolito ha preferido lo segundo y no seré yo quien lo critique, al contrario.

Lo que va a ocurrir con estos dos futbolistas nos ilustra sobre la realidad del Barça actual. Thiago ascenderá después de años de cabalgar por delante de las categorías que por edad le correspondían, pero también a partir de mucha disciplina inculcada para limar los excesos de su talento y ponerlo al servicio del colectivo. Aún tiene recorrido por mejorar en esta faceta y así debemos interpretar la pausa y prudencia con que le dosifica Guardiola. A los 19 años nadie debe exigir minutos dentro de un equipo compuesto por fueras de serie y el chico parece haberlo comprendido, con la ayuda de sus técnicos y un padre con experiencia contrastada. La llegada de Thiago al primer equipo (aunque se mantenga con ficha del filial y combine partidos en ambos conjuntos) envía un nuevo mensaje de esperanza a las categorías inferiores: hay sitio en la cumbre para las nuevas hornadas. Porque son buenos y porque en el club hay unos ‘ascensoristas’ de lujo encabezados por Pep. Y certifica lo que se dijo desde el principio: corta sólo es la plantilla que no se utiliza al completo. Más valen veinte jugadores intercambiables que veinticinco de los que sólo se confía en quince.

Nolito apunta al adiós tras haber hecho bien las cosas y aprovechado su oportunidad. Se le fichó para el Barça B con el objetivo de ser un ‘vertebrador’, uno de esos jugadores que aportan la experiencia que no poseen los recién salidos del horno juvenil. En las dos temporadas y media que lleva como blaugrana comprendió el reto y se dejó la piel en cada sprint: corría para lograr un contrato profesional que le asegurase el porvenir. Objetivo más que loable. Pep y Luis Enrique le dieron oportunidades y el chico las aprovechó: luchó, dribló, se sacrificó por el conjunto, marcó goles, tuvo minutos con el primer equipo, goleó también con Guardiola y se labró un prestigio de futbolista con calidad suficiente para jugar en Primera. Pep le sugirió pelear por un puesto entre los gloriosos, pero el dinero y la certeza de más minutos han llamado a su puerta y Nolito los ha atendido. Parece lógico. La vida siempre es una decisión: quedarse o irse.

jueves, diciembre 23, 2010

Necesitamos una sobredosis de honestidad

Escuché a un analista decir que, en materia de dopaje, solo pondría la mano en el fuego por los atletas populares. Yo no estaría tan seguro. En los últimos años han sido varios los veteranos mayores de 40 años que han dado positivo en controles pese a que se dedican al atletismo sin ánimo de lucro (al contrario, les cuesta dinero participar) y los controles son casi simbólicos. Así que no pondría la mano en el fuego graciosamente. Pero tampoco acusaría con un ventilador: hay demasiada gente honrada y esforzada como para meterla a toda en el mismo saco.

¿Por qué hemos llegado a este punto sin retorno? Las causas son múltiples. Para el atleta, voluntad de poseer las mismas armas (aunque sean ilícitas) que sus contrincantes; ambición de conquistar grandes cimas premiadas con suculentas recompensas económicas y sociales; moral laxa o intelecto limitado que le dificulta distinguir entre acciones honestas y sus opuestas; presión social y mediática para alcanzar nuevas fronteras; y sensación de impunidad ante la trampa. El conjunto de estas razones, más otras que seguramente intervienen en cada caso particular, no conseguiría cuajar en la práctica del dopaje si no existiese la participación de un médico, un entrenador o un consejero que incite y colabore con el atleta. Son las personas que le inyectan la sensación de impunidad («tomándolo así no darás positivo») y le insuflan el virus del agravio («los demás van cargados; no seas tonto»). Además, le suministran la mercancía dopante y perciben espectaculares ingresos económicos por ese tráfico de sustancias.

Cuando estas prácticas se iniciaron en España, a finales de los años 70 y principios de los 80, las autoridades deportivas no sabían o no querían atajarlas. Fuera de España, el dopaje era materia de Estado en los países de influencia soviética y materia extendida en las naciones occidentales. Y aquí ocurrió lo previsible: aparecieron entrenadores y médicos que incitaron a copiar los métodos y a no ser pardillos. En aquella época, los instigadores del dopaje en el atletismo español llegaron a contar con algún apoyo logístico incluso dentro del Consejo Superior de Deportes. Nunca supe si contaban también con su aquiescencia o solo se aprovechaban de los análisis de sangre. Bastaba cualquier leve variación en los resultados de los análisis para que sugirieran el uso de sustancias dopantes.

Años más tarde, el grupo de gente liderado clínicamente por el doctor Eufemiano Fuentes alcanzó un gran poder en la Federación Española de Atletismo. Bajo la bandera de una amoralidad insultante llamaron «preparación biológica» al simple dopaje. Las tablas de récords y éxitos hablan de ello. La federación metió a la zorra en el gallinero, lo que fue denunciado profusamente por escrito y en televisión, pero Fuentes y sus secuaces solo fueron apartados cuando cambió la presidencia, que dio un tajo a la serpiente. Años después, acomodada en la conquista de medallas, la presidencia no captó la maniobra de la serpiente, enroscada a sus pies como un gatito mientras por las noches seguía zampándose ratones blancos.

El ejemplo cundió en otros grupos al tiempo que crecieron las conquistas de medallas y triunfos, en paralelo al hundimiento de aquellos países que, por el colapso de los regímenes filosoviéticos o por legislaciones restrictivas, tuvieron que abandonar las prácticas dopantes. Ambos factores colaboraron al boom del atletismo español y provocaron que hoy no sepamos distinguir qué hazañas fueron conseguidas con limpieza y honestidad y cuáles con trampa y doblez. Una pena para los limpios de cuerpo y espíritu.

Nos enfrentamos a un grupo de estafadores amorales. Estafadores porque nos han engañado a cuantos participamos en alguna competición y también al espectador que las ha contemplado. La igualdad de oportunidades ante la competición deportiva y la limpieza y honestidad de los participantes son principios inviolables. En casos así aparece siempre una tendencia seudointelectual, más bien próxima al esnobismo, que reclama la liberalización del dopaje. En vez de perseguirlo, que se dopen y corran como galgos (con perdón), y si tanto lo desean, que se mueran por el camino. No, esa no es la propuesta correcta. Por amoral y deshonesta. Ya existen demasiados ámbitos de la sociedad donde las cosas ocurren de este modo, y el deporte ha sido, precisamente, uno de los escasos donde se ha intentado mantener unos valores y unos principios éticos y morales. ¿Ridículo? Plantéese si usted querría que sus hijos practicasen un deporte lleno de tramposos y estafadores, de anabolizados sin límite, donde todo estuviese permitido, sin frontera ninguna. ¿Lo quiere así para sus hijos o prefiere un deporte que promueva valores de esfuerzo, honestidad, respeto, compromiso y superación? Yo lo tengo claro: todavía hoy prefiero los valores a los precios. Demasiadas cosas han perdido sus valores por culpa de los precios como para asesinar también este penúltimo reducto. Lo que necesitamos no son más medallas, sino una sobredosis de honestidad.

- Publicado en El Periódico (16-XII-2010)

martes, diciembre 21, 2010

¿Un shock postraumático?

Lo ultimo que querría es frivolizar con este concepto de shock postraumático, trastorno psicológico de consecuencias poderosas que afecta a personas expuestas a un acontecimiento traumático grave. Lo empleo, por tanto, desde el máximo respeto y sin voluntad de molestar a nadie. Lo empleo porque es el término que me viene a la cabeza al contemplar atónito cómo el entrenador de porteros del Real Madrid se equipara en necedad y bravuconería al delegado del Sevilla, un clásico de las tanganas, para acabar derribando al venerable delegado de campo del Bernabéu, una institución en el club merengue. Y contemplo absorto el barullo constante sobre el mullido césped que en tantas ocasiones ha servido para galopadas célebres y ahora más parece un ring. Y asisto perplejo al espectáculo del entrenador del Madrid, cargo que ocuparon caballeros como Molowny, Miguel Muñoz o Di Stéfano, agarrando por la pechera a su ayudante inmediato y sometiéndole a un griterío rayano en el esperpento. Y me proclamo estupefacto cuando el mismo entrenador, rey sol de todos los banquillos, arremete folio en mano contra su propio club, el mismo que le contrata y le paga a precio de oro y le mima y le consiente y le tolera y ríe las gracias y desgracias sin lograr nunca el beneplácito de este hombre de ceño fruncido y rictus amargo que ya quiere estar por encima incluso del propio club.

¡Pero qué se ha creído este ególatra! El Real Madrid es un club grande, gigantesco, enorme, prestigioso. El prestigio y la enormidad no proceden de su largo historial, ni de sus éxitos y coronaciones, que también, pues son muchas y lustrosas. Al Madrid el prestigio se lo han labrado sus futbolistas y entrenadores, sus presidentes y aficionados durante más de un siglo y ya poseía este prestigio y consideración mucho antes de que José Mourinho fuese siquiera un proyecto de sí mismo. Mucho antes de que decidiera ser el más egoísta de la clase, el Real Madrid ya era mítico y legendario y esa condición no se la dieron obsesos del ombligo propio, sino gente comprometida con el escudo y la leyenda blanca.

Gente con la que, personalmente, nunca sentí empatía como Juanito, Camacho o Amancio y gente que nos enamoraron a todos, como Gento, Butragueño, Raúl o Casillas. Mucho antes de que Mourinho y sus mercenarios del balón, depredadores de entidades con solera, decidieran tomar al asalto la nave blanca, el Madrid ya volaba solo y era grande. ¿A qué viene, pues, tanta estulticia, esta crispación perpetua que quiere insuflar en el alma madridista con la ayuda de tontos útiles que le ríen las gracietas? ¿Por qué busca convertir al Madrid a la amargura tabernaria? Quiero pensar que todo obedece a un shock postraumático y que amainará semejante escandalera.

- Publicado en Sport (21-XII-2010)

lunes, diciembre 20, 2010

Mirando al mar soñé...

Decía Juan Villoro que los entrenadores se muestran fuera del banquillo como quien otea el horizonte y pretende adivinar en el movimiento de las olas lo que traerá el porvenir. Con Pep Guardiola ocurre así en ocasiones: mira fija pero suavemente hacia delante como queriendo conocer la fecha de caducidad de esta obra de arte. Otras veces ocurre lo contrario y Pep agita los brazos como si dictara órdenes aunque, en realidad, está moviendo a su ejército. No lo percibimos, pero de sus brazos escuálidos parten finos hilos que sujetan a sus futbolistas por la espalda y Pep los mueve y los arrastra adelante y atrás y los mece con sus gestos y señales componiendo entre todos ellos -Pep con los hilos invisibles y los jugadores con la obediencia férrea- una gigantesca tela de araña.

Por definición, una telaraña posee una resistencia superior al acero, del mismo modo que el junco soporta mejor los vendavales que el árbol centenario. A veces, la telaraña azulgrana se quiebra y llega un jinete veloz y la rasga por el centro y la descuartiza. A veces. Pero muy pocas veces. De hecho, las contamos con los dedos de las manos y las señalamos en rojo por su infrecuencia. La del Pep Team es una telaraña que parece fabricada con hilos de goma de mascar, pues se extiende y contrae y se amalgama en un rincón para expandirse por el otro, ahora espesos y gruesos, ahora finos y estilizados. La tela de araña avanza y se posiciona y se encastilla en el centro del campo como si resultara feo cruzarlo hacia atrás. No vence a los rivales: los somete. Ni siquiera se muestra interesado en el marcador, como si se hubiera apoderado del equipo la magnanimidad del victorioso y el resultado apenas fuera una anécdota con menor relevancia que el disfrute del camino.

Laureano Ruiz, que es el pionero de este estilo burbujeante, habló la semana pasada de la araña barcelonista y mostró su admiración porque no hay Barça más peligroso que el recuperador, el que busca robar el balón tras perderlo. El mismo día hablé con Johan Cruyff, el auténtico padre de esta modalidad futbolística que interpreta el Barça, y me contó que se entusiasma viendo a Busquets adelantarse como un poseso y morder y arañar en cuanto el equipo pierde un balón, lo que es toda una lección evolutiva pues en lugar de defender hacia atrás, los de Guardiola lo hacen hacia delante. Hay pocos entrenadores en el mundo más listos, sabios y preclaros que Laureano y Johan, y ambos coinciden en la maravilla a la que venimos asistiendo en los últimos años: el Barça es un equipo de balonmano que juega con los pies.

Guardiola, el novato que ha evolucionado el modelo y revolucionado el mundo del fútbol, parece interrogarse ante el batir de las olas sobre la caducidad de este proyecto sideral. ¿Hasta cuándo?, se pregunta el poeta mirando el mar. Más prosaico, Mourinho continúa acumulando puntos sin acabar de encontrar la prometida excelencia estilística. En el pugilato frente al Sevilla, la ausencia de Xabi Alonso volvió a pesar como una piedra atada al cuello. Como ante el Lyón en el batacazo de octavos de final en la Champions del año pasado, el Madrid añora a su único medio creativo, al hombre que juega con escuadra y cartabón y ordena a ese tropel de gente efervescente y adrenalínica. Frente a la telaraña del guardiolismo, la apoteosis de la épica, eterna pócima blanca.

Seran incrèduls

Dissabte al vespre vaig veure al Twitter que en Jordi Basté estava preocupat pel Barça. No per l’equip, ni pels resultats, sinó per com li explicaríem al nostres nets que encara no existeixen que una vegada va existir un equip de futbol que jugava com els àngels i no semblava d’aquest món. Te força raó en Basté: ens costarà explicar-ho. Si mai no has vist en acció aquest Barça, com pots entendre a què juga? Les paraules que utilitzem i tota la imaginació creativa que podem tenir semblen insuficients per copsar la realitat.

El Pep Team ha aconseguit una fita important: que els resultats quedin amagats pel joc. El joc transcendeix els resultats, malgrat ser espectaculars. Evidentment, continuen sent condició necessària i imprescindible, però els resultats ja no reflecteixen la realitat. I no tan sols perquè es quedin més o menys curts respecte dels mèrits, sinó perquè les xifres no poden expressar la deliciosa manera de jugar d’aquest equip, ni la majestuositat d’aquesta obra d’art en constant moviment. Tens raó Basté: quan d’aquí vint anys parlem del Pep Team costarà que, qui no ho ha vist, ens cregui.

- Publicado en RAC-1 (20-XII-2010)

sábado, diciembre 18, 2010

La araña mecánica

Qatar y agresividad han pugnado a lo largo de toda la semana para convertirse en la palabra más usada en el barcelonismo, pero a mi entender hay un concepto mucho más trascendente porque retrata el estilo de juego del Pep Team. Lo ha empleado Laureano Ruiz en la presentación de su libro ‘Fútbol Profesional y mi modelo de juego’, un compendio de sabiduría y documentación histórica que sólo el gran entrenador cántabro podía escribir. El concepto que empleó quien fue primer inspirador del actual estilo del juego barcelonista fue el de ‘araña’. Habló del sistema que utiliza Guardiola como de una tela de araña que atrapa al rival, le mece y conduce hasta su auténtico objetivo: el gol. Me parece una imagen potente, certera y brillante que debemos anotar en el casillero de este hombre que ha forjado algunas de las mejores páginas de nuestro fútbol.

Profundicemos en la araña. Explica Laureano Ruiz un detalle maravilloso: este Barça es incluso más peligroso cuando pierde el balón que cuando lo maneja libremente. Porque cuando lo mueve desde el inicio de la jugada y toca y toca y produce esa retahíla de pases y movimientos, lo que pretende es desordenar a la defensa rival que, por lo general, se encuentra en las trincheras. Sin embargo, cuando esporádicamente el Barça pierde un balón en ataque se generan dos acciones simultáneas: el equipo contrario busca construir un contragolpe, lo que le obliga a abandonar las trincheras y perder el orden defensivo; y, al mismo tiempo, todos los jugadores blaugrana se lanzan a recuperar el balón, lo que acostumbran a lograr con pasmosa celeridad. La combinación de ambos factores es letal porque se produce una situación inesperada: el Barça vuelve a tener el balón en ataque y la defensa rival está desordenada. Resultado: peligro mortal.

Esta es la tesis que maneja Laureano y que le permite metaforear con el concepto ‘tela de araña’. Si afinamos la idea podríamos encontrar otro término para bautizar al Pep Team: ‘la araña mecánica’, rememorando con ello la legendaria ‘naranja mecánica’ de los holandeses, lo que a su vez cerraría el círculo ideológico entre técnicos y jugadores que han inspirado, entrenado y jugado un mismo estilo: Michels, Laureano, Cruyff, Guardiola, Xavi, Iniesta...

Establecido el nuevo concepto digamos también que la araña no es infalible y que hoy se enfrenta a un gran ‘insecticida’, dicho con absoluto respeto. El Espanyol es bastante más que un simple equipo que juega bien. Es un antídoto formidable por su intensidad y presión, y también por el orden prusiano que mantiene en cualquier circunstancia, justo lo que más molesta a la araña barcelonista. El de hoy no es un partido cualquiera, sino un termómetro de alta precisión.

martes, diciembre 14, 2010

La ruta de la seda

Balonmano en un campo de fútbol. Tocar y tocar, bamboleándose de un lado a otro para descentrar al contrario. A esto juega el Pep Team, un equipo que se mece suavemente, como sin prisas, dejándose llevar por la pausa y el control de Xavi, ahora toco y salgo, ahora toco y me quedo, para ti, para mí, a la izquierda, cambio de sentido y vuelta a empezar. Hace pocos años el Camp Nou rechinaba cuando Xavi acunaba al equipo. Le acusaban de jugar a balonmano, pero en realidad eran sus compañeros, algunos brillantísimos como Ronaldinho y Eto’o, otros excelsos como Deco o Giuly, quienes no le acompañaban o comprendían o se desmarcaban o vaya usted a saber qué. Lo cierto es que Xavi ya mecía al equipo con su ritmo de fox-trot, pero el equipo no seguía el compás. Ahora, la orquesta suena toda compenetrada, meciéndose sin aristas a lo ancho para percutir a lo largo.

La secuencia dice así: Xavi-Iniesta-Xavi-Messi-Alves-Xavi-Messi-Iniesta-Xavi-Maxwell-Iniesta-Messi-Xavi-Alves y así una y otra vez, hacia aquí, hacia allá, la conga vuelve a empezar. Desaparecen los dibujos a los que tanto nos aferramos los periodistas y aparece el magma de los volantes, porque en este equipo todos son volantes y son móviles y polivalentes. Y tocan y adormecen al contrario, lo hipnotizan con el balón. Se lo muestran y se lo ocultan, como trileros con botas, cantándoles una nana de la cebolla, capas de jugadores que entran y salen, tocan y se mueven, tocan y se quedan, van para un lado y al cabo de un rato reaparecen en el opuesto. Consiguen así un efecto hipnótico en el público, que permanece boquiabierto ante la sinfonía de movimientos, y por empatía provocan idéntica consecuencia en el rival, petrificado frente a esa cinta rodante con piernas. Van y vienen como las olas en una cadencia incesante. No es un ritmo de agobio y frenesí, de efervescencia y gasolina, sino una cadencia somnífera. Por momentos da la impresión de que el mundo se mueve a cámara lenta salvo porque el balón no cesa de correr. Las vacas deben llorar viendo sufrir al cuero semejante trajín.

Y así pasan minutos que parecen horas, balonmano con los pies, rival hipnotizado, trileros en acción. Hasta que salta un chispazo y entonces llegan las carreras y el tropel y los disparos. Mecidos en el bamboleo, los contrarios creen haber domesticado a la fiera cuando, de pronto, la nana se transforma en grito y las ardillas en panteras. El equipo más horizontal del mundo se convierte en un puñal vertical, zigzagueante si hace falta, puntual a la cita con el gol. Aquella somnolencia tiene un despertar relampagueante y así comprobamos que el día y la noche, la calma y el chispazo, hacen buenas migas en este equipo de seda que abre rutas imposibles.

lunes, diciembre 13, 2010

Poetas con botas

Hay partidos emocionantes por lo incierto del resultado o lo ambivalente del desarrollo y los hay emocionantes por la ilusión y felicidad que generan, por la sonrisa que se dibuja entre los aficionados ante el espectáculo que contemplan. El de anoche frente a la Real Sociedad pertenece a este segundo grupo. Fue un partido emocionante por la felicidad que generó. Sabemos que la felicidad no está en la meta, sino que la felicidad es el camino y bien que lo comprobamos ayer. Hubo momentos en que era para echarse a llorar de alegría ante la obra de arte que iba construyéndose a medida que transcurrían los minutos y se iban fabricando las jugadas. Fútbol en un baldosín, poesía frente a prosa. Poetas con botas batiendo líneas, mareando al rival; tocando, desequilibrando por una banda para desordenar al contrario y pinchar por el otro costado. Equipo ingrávido que sublima un estilo y convierte enfrentamientos rocosos en partidos de trámite.

Fútbol sala en una pradera inmensa. Ahora por aquí, ahora por allá. Magos del balón que hechizan al rival, le adormecen con dulzura e hipnotizan sin piedad para ejecutarlo con estilo. Si repitiesen los goles desde el inicio de la jugada, me escribía al descanso un buen amigo, las repeticiones durarían cada vez minuto y medio. En la semana de los galgos, los perros y los gatos, por aquí aparecieron de nuevo las ardillas valientes acumulando una serie histórica de triunfos y goles, pero aún más que los triunfos y los goles, aparecieron para construir pequeñas obras de arte donde la biología y la arquitectura, el ajedrez y la fisiología, el ballet y la geometría se unen y reúnen en una sinfonía inacabable que empieza a adquirir dimensiones inesperadas.

No cometamos ahora el error de decir que no hay palabras para calificar esta maravilla. Busquémoslas o que nos las presten los grandes literatos y los poetas, los pintores y los sabios. Que nos las presten para usarlas sin mesura, para intentar recrear este prodigio sin desmerecerlo con nuestras pequeñas frases de periodistas simples. Que nos regalen los versos más bellos esta noche y podamos disfrutar el momento sin pensar en la fecha de caducidad, soñando despiertos jugadas infinitas e imposibles, recreando la magia de esos pases privilegiados en espacios inexistentes. Dentro de unos años podremos decir: Yo vi jugar al Pep Team.

- Publicado en El Periódico (13-XII-2010)

Les formes

Em penso que en Jordi Basté haurà de fer una crida o un concurs per trobar les millors paraules amb què definir el que està succeint amb el Pep Team. Un concurs de poetes i escriptors, gent de la cultura, artistes, savis, intel·lectuals, literaris, monologuistes i redactors de diccionaris. Un concurs de paraules i adjectius qualificatius per poder començar a explicar aquesta vuitena meravella. Una obra d’art amb potes. Un monument al futbol. La sensació d’estar veient en viu i directe la creació d’una simfonia dels sentits.

En alguns moments, el joc del Barça ens hipnotitza fins a fer-nos creure que no hi ha competició ni resultats, ni títols en joc, sinó exclusivament la plasticitat dels moviments i l’estètica de les jugades. Aquest equip és una reivindicació rotunda de les formes i la manera de fer les coses. La demostració que la meta importa, però el camí per arribar-hi, la forma d’assolir-la, probablement importa encara més.

- Publicado en RAC-1 (13-XII-2010)


Imagino que Jordi Basté tendrá que hacer un llamamiento o improvisar un concurso para encontrar las palabras más adecuadas con las que definir lo que protagoniza el Pep Team. Un concurso de poetas y escritores, gente de la cultura, artistas, sabios, intelectuales, literatos, monologuistas y redactores de diccionarios. Un concurso de palabras y adjetivos que nos permita explicar esta octava maravilla. Una obra de arte con piernas. Un monumento al fútbol. La sensación de estar asistiendo en vivo y en directo la creación de una sinfonía de los sentidos.

Por momentos, el juego del Barça nos hipnotiza hasta hacernos creer que no existe la competición, ni el resultado, ni hay títulos en juego, sino exclusivamente la plasticidad de los movimientos y la estética de las jugadas. Este equipo es una reivindicación rotunda de las formas y el modo de hacer. La demostración de que la meta es importante, pero el camino para alcanzarla, probablemente lo sea aún más.

sábado, diciembre 11, 2010

Los precios y los valores

Muy afectados por la Operación Galgo y sus implicaciones, sí, pero echemos una ojeada: si intentamos resumir la lista de deportistas españoles que han dado positivo por doparse (no digo que se hayan dopado, sino que han dado positivo, que no es lo mismo), dicha lista ocuparía gran parte de este periódico. Cojamos un ejemplo más escueto. Estadio Olímpico de Múnich. Campeonatos de Europa. Año 2002. La cima de nuestro atletismo, la cumbre, el éxito supremo: 15 medallas, 6 de oro. Segunda potencia continental por detrás de la madre Rusia, por cierto en el punto de mira de todos los laboratorios antidopaje. Medallero: triunfo aplastante de Rusia seguida de España que supera a todas las grandes naciones históricas del atletismo europeo: Gran Bretaña sólo es tercera, Francia cuarta e Italia decimosexta. Hablamos de tres naciones que han aplicado la tolerancia cero en el dopaje. ¿Y la anfitriona? Caramba, la poderosa Alemania, la gran potencia continental en las pistas sólo puede ser octava pese a su carácter de anfitriona. Otros que han aplicado tolerancia cero. Curiosidad malsana: sorprendentemente Grecia ocupa la quinta plaza con cuatro medallas de oro. Dos años más tarde habrá perdido la mitad de esos títulos por dopaje.

España se frota las manos: 15 medallas y 6 oros. Bien por nuestros atletas. Veamos ocho años más tarde: cuatro de los quince medallistas han dado positivo o formado parte, presuntamente, de una red de traficantes en sustancias dopantes. Dos de ellos, por cierto, reincidentes. Tenemos seis campeones de Europa: tres de ellos han dado positivo o son acusados de formar parte de la red de traficantes o ambas cosas. El 50% de nuestros campeones en Múnich 2002 están fuera de combate. Como mínimo dos más de los 15 medallistas están llamados a declarar por la Guardia Civil como posibles usuarios de la red de traficantes. Estos son los datos. A partir de ellos elucubremos cuanto queramos, pero no los cambiaremos. Si acaso, pueden empeorar.

Esta es nuestra realidad. Nuestra sociedad está lejos de los estándares centroeuropeos en cuanto a firmeza moral. Somos un país que valora a los pícaros y tacha de pardillos a quienes cumplen las normas. Lo hace usted y lo hago yo. Lo hacemos todos. Hemos aparcado los valores en un armario para centrarnos sólo en los precios: victorias a cualquier precio; notoriedad sin importar el precio; resultados al precio que sea. Ese es nuestro motor: el precio. No nos importa el precio a pagar con tal de alcanzar el triunfo, la fama, el éxito, la riqueza. Los valores reposan en el trastero: honestidad, esfuerzo, respeto, humildad, sacrificio, compromiso. Palabras hermosas, sueños vanos. O recuperamos los valores o nos vamos a la mierda.

- Publicado en Sport (11-XII-2010)

viernes, diciembre 10, 2010

El atletismo ha muerto

Primero, presunción de inocencia. También en el deporte, por más indicios delictivos que aparezcan. Algunas portadas de hoy son discutibles, por más que todo apunte a una asquerosa red de traficantes de sustancias dopantes. Podría ocurrir que la justicia acabase absolviendo a alguna de las personas que han sido sometidas a juicio público y no creo que en ese supuesto las portadas actuaran con retroactividad. Pondré un ejemplo: he leído en un gran periódico generalista una lista de atletas que se entrenan con Manuel Pascua Piqueras y da la sensación que todos pudieran estar implicados, pero en la lista aparece una chica que abandonó el atletismo hace dos. El periodismo debe hilar más fino cuando dispara con calibre grueso.

Segundo, el atletismo está muerto. Hace años. Desde que se instauró el dopaje en España, emulando lo que sucedía en el resto del mundo, y se falsearon la mayor parte de los récords y se estafó a competidores nobles y limpios, que acabaron asqueados o retirados o ambas cosas. Hace treinta años, hacia finales de los 70 y principios de los 80, empezaron unas prácticas ilícitas, inmorales y denigrantes. Hubo quien intentó acabar con ellas y quien miró hacia otra parte. En ámbitos federativos y también en consejos superiores. Y la estafa ha seguido en pie, batiendo plusmarcas y conquistando podios celebrados con vehemencia patriótica.

Sin profundizar más, soy uno de los estafados y la herida es profunda y sangrante. El atletismo en España está muerto. ¿Qué padre querrá que su hijo practique hoy un deporte de tramposos? Ya no es problema de instalaciones, clubes o entrenadores, ni de falta de inversión pública o de ayudas o de dinero escaso. Es una cuestión simplemente moral. De ausencia absoluta de moral. A varias generaciones de atletas nos educaron en unos pocos valores: sobriedad, honestidad, esfuerzo, respeto a uno mismo, respeto al rival, levantarse en la caída, ser humilde en el triunfo, no desmayar nunca, luchar, trabajar, pelear... Hemos perdido esta batalla frente a los mafiosos, ilusionistas y vendedores de ungüentos de serpiente. Perdimos la batalla hace treinta años, de hecho. Entenderéis por qué no siento ninguna pena por los presuntos caídos en esta trifulca ni tampoco recibí la noticia con sorpresa inaudita. Los dinosaurios ya estaban allí hace treinta años.

Sólo esperamos la noticia de que la guerra termine algún día y ellos no hayan logrado vencer.

martes, diciembre 07, 2010

La consagración de La Masía

El trofeo lo ganará uno de los tres, pero pertenece a La Masia que es tanto como decir a una escuela de formación. Ninguno de ellos, Xavi, Iniesta o Messi, discreparán sobre la ubicación idónea para este segundo Balón de Oro que conquista la cantera blaugrana: la recepción de la nueva residencia que se inaugurará el próximo mes de abril en la Ciutat Esportiva y que llevará, si la Junta Directiva del Barça lo aprueba, el siguiente rótulo en su fachada: ‘La Masia–Centre Formatiu Oriol Tort’ en homenaje a un pionero mayúsculo. Aunque el ganador merece llevarse el trofeo a su casa, sin duda una reproducción del mismo debería figurar en el hall de entrada para dar la bienvenida a las nuevas promesas que seguirán llegando.

Este podio dorado es la consagración de La Masia y de una idea. Llega pocos días después que Pep Guardiola se refiriese con palabras encendidas a los padres fundadores y hoy es buen día para volver a recordar a esos pioneros, a los administradores que gestionaron el proyecto y a quienes pusieron la primera piedra y la segunda y las siguientes; a quienes concibieron la idea conceptual que hoy asombra al universo del fútbol y a los maestros que la difundieron y enseñaron con mimo y pasión en noches frías y ardientes matinales. Miles de chavales pasaron por esos campos para luchar por un lugar en la cumbre y a todos ellos les pertenece un trocito de ese trofeo dorado pues hablamos de una idea en permanente evolución que Laureano Ruiz trajo al Barça y Cruyff inyectó en las venas blaugrana. Personajes trascendentales en la historia del club tanto Laureano como Johan, del mismo modo que trascendentales habrán sido Pep Guardiola y Albert Benaiges; Jaume Olivé o Joan Martínez Vilaseca; Josep Lluís Núñez y Joan Laporta; Rijkaard y Van Gaal; Quique Costas y Luis Enrique; Carles Folguera o Francesc Segarra; Alexanko y Amor; Rexach o Joan Vilà o Lluís Pujol, Ursicinio, Borrell, Gonzalvo y tantos centenares más a quienes pido disculpas por no citar, todos ellos necesarios, imprescindibles en la formación y generación de esta maravillosa máquina de producir futbolistas.

Hasta llegar aquí el camino ni ha sido fácil ni faltaron dudas y amagos de renuncia. Hubo entrenadores que prescindieron directamente de los canteranos e incluso uno que pidió su desaparición a la directiva para ahorrar. Algún presidente quiso también borrarla del mapa y mucha gente descreyó mirando tantas veces con más apasionamiento fuera que dentro. Los canteranos tuvieron que escalar montañas más altas que los foráneos, como si a ellos hubiese que exigirles más. Hoy, en la consagración universal de un modelo y una idea, es de justicia acordarse de los pioneros y pedir que la máquina no se detenga jamás.

lunes, diciembre 06, 2010

La edad de la inocencia

Napoleón descubrió con retraso fatal que había un enemigo más peligroso que el General Invierno o el Ejército Ruso: la logística. El Barça lo comprobó el sábado, cuando combinó la torpeza con la inocencia y la soberbia y acabó depositando el futuro del equipo en la logística. Jugó con fuego y se salvó por los pelos. A quienes corresponda aprender la lección sobre planificar viajes, creerse promesas o tomar decisiones en días de crisis, que lo hagan y pronto.

Sandro Rosell debe espabilar. Su problema no es la comunicación, ni la portavocía, ni los aciertos o errores puntuales en la gestión. A Rosell le honra mucho la carta que escribió ayer asumiendo toda la responsabilidad en este esperpento. Más vale muy tarde que nunca, pero la edad de la inocencia ya pasó. Su problema está en el enfoque frente a la realidad: se puede ser proactivo o reactivo y hoy el Barça no es una cosa ni otra. Laporta era reactivo: le pinchaban y estallaba. Era un cartucho de dinamita en permanente ignición, presto al estallido en cuanto le hicieran cosquillas. Sus excesos monumentales no aportaron la calma institucional que merecía un equipo de ensueño, pero se ofreció siempre como diana frente a los lanzadores de venablos hasta hacer de ello una profesión.

La pasividad es peor. No el silencio, sino la pasividad. Por distanciarse de su efervescente antecesor, Rosell ha optado por una gestión pasiva y se equivoca. Su error no es la inocencia, virtud que el sábado perdió a golpes federativos, sino esa falta de enfoque. De los rivales en el césped ya se ocupan Pep y los jugadores y ni fallan ni perdonan, pero fuera del campo se viene jugando una partida feroz desde que el periodismo dejó de ser periodismo para ser una batalla por el poder, el dinero y la jerarquía, donde bribones armados con tirantes rojigualdos proclaman su ley marcial ya sea en política, economía o fútbol, tanto da. Los rivales que enfrenta el Barça sobre el campo son menos correosos que los enemigos que tiene fuera de él. Rosell debe asumir esto de inmediato y cambiar de enfoque. No puede seguir dejando tirado a su entrenador a los pies de semejantes tiranozuelos sin escrúpulos, trituradores de cualquier realidad con tal de que no les tuerzan sus portadas cainitas. Un enfoque proactivo se hace imprescindible para que Guardiola pueda seguir siendo el gran entrenador que es y no tenga que ejercer de presidente de facto.

Desperta Sandro

L’escenari es bastant senzill d’explicar: hi ha uns canons que disparen a totes hores i les bombes cauen damunt el cap d’en Pep Guardiola. En aquest escenari no importa gaire si això es just o no ho es; ni si hi ha motius per un bombardeig d’aquest calibre; ni tampoc si el Barça els hi dona en algun moment arguments i munició perquè continuïn disparant per terra, mar i aire. Sempre es interessant saber si el bombardeig és justificable i merescut o raonable, però sigui quina sigui la resposta la realitat es que les bombes continuen caient i no s’aturaran.

Fins fa poc el president Laporta feia d’escut protector. De fet, li agradava fer d’escut protector per dues raons: perquè li va la marxa i perquè alimentava la seva cursa política. Desaparegut Laporta ens trobem que en Guardiola no té qui el protegeixi de les bombes i més que mai té poc sentit preguntar-se si son justes o injustes, ni si arriben per la via civil o per la criminal: el cert es que plouen canonades i en Pep necessita protecció. Desperta Sandro.

- Publicado en RAC-1 (6-XII-2010)

Es un escenario bastante simple de explicar: unos cañones disparan a todas horas y sus bombas caen sobre la calva de Pep Guardiola. No es excesivamente relevante saber si  es justo o no; si hay motivos para un bombardeo de semejante calibre; ni tampoco si el Barça les ha dado motivos o munición para que continuen disparando por tierra, mar y aire. Desde luego, siempre es positivo conocer las justificaciones de un bombardeo y si es merecido o razonable, pero sea cual sea la respuesta hay una realidad incuestionable: las bombas siguen cayendo y no se detendrán.

Hasta hace poco tiempo, el presidente Laporta ejercía de escudo protector. De hecho, le encantaba ser escudo protector por dos razones: porque le va la marcha y porque alimentaba su carrera política. Desaparecido Laporta comprobamos que Guardiola ya no tiene quien le proteja de las bombas y más que nunca tiene poco sentido preguntarse si son justas o no o si caen por la vía civil o por la criminal: caen, simplemente. Pep necesita protección. Despierta, Sandro.

sábado, diciembre 04, 2010

¿Quién es Pedro?

Pedro Rodríguez es campeón del mundo, suma ocho grandes títulos con el Barça y posee el récord singular de haber goleado en seis competiciones distintas. Pedro Rodríguez podría estar jugando perfectamente en el Realejos, el San Isidro o el Atlético Arona, todos ellos equipos tinerfeños. No posee el talento natural de Messi, ni la visión panorámica de Xavi, ni la capacidad de ‘croquetear’ de Iniesta. Si disimula, Pedro incluso podría parecer un futbolista vulgar. Con virtudes indiscutibles, sí, como la velocidad, el disparo con ambas piernas, un buen regate y un físico infatigable, pero no muy diferentes a las de muchos jugadores que ni siquiera han superado el listón de la Segunda División B. Pedro podría estar en 2ª B perfectamente y, de hecho, lo estaría si un entrenador convencido de un modelo de juego y embebido en la idea de los padres fundadores no le hubiese concedido la oportunidad, una y otra vez, y confiado ciegamente en él y otorgado un dorsal que parecía exclusivo para divas internacionales. Guardiola hizo todo eso por Pedro y Pedro respondió con un factor que ha resultado diferencial: su compromiso infinito.

Pedro está donde está porque jamás se rinde y es capaz de explotar sus cualidades innatas hasta el límite y más allá. Hay muchos jugadores mejores que Pedro que jamás han soñado formar parte del Barça y se han rendido bastantes kilómetros antes de vislumbrar la meta. Pedro no se ha rendido jamás, ni siquiera cuando su marcha del club blaugrana parecía irremediable. Un equipo como el Barça ¿cómo iba a darle una misérrima oportunidad a un chico llamado Pedrito? Hubo burlas, por supuesto, con el nombre, unas burlas muy nuestras: Javito, Pedrito, Nolito. ¿Adónde van a ir con estos nombres? Un entrenador novato depositó su confianza en un chaval llamado Pedrito y se la quitó a dos vagos llamados Ronaldinho y Deco. A lo que parece, acertó en su decisión y 15 meses más tarde apareció en una rueda de prensa y dijo: “Todos somos Pedro”. Tres palabras que resumen una filosofía.

Pedro es el espíritu del Barça. No es el alma, ni su mejor jugador, ni el más carismático, talentoso, premiado o premiable; ni el que más cobra, ni el segundo ni el quinto; ni tampoco es portada y, si acaso, muy escasas contraportadas. Pero es el espíritu. Es el que galopa en el minuto 20 y en el 40 y sigue haciéndolo en el 70 y continúa en el 90 y prosigue en el 94 y si el partido dura 120 llega galopando al 125 si hace falta. Galopa a lomos de su padre gasolinero y su madre limpiadora y sabe que sólo corriendo sin parar evitará que se frene esta rueda milagrosa. Pedro posee una gasolina especial: la humildad. Es bueno recordar todo lo anterior por si acaso alguien no sabe quién es Pedro.

- Publicado en Sport (4-XII-2010)

viernes, diciembre 03, 2010

¡Es la solvencia financiera, estúpido!

El día que la FIFA debía elegir la sede del Mundial 2018, el riesgo de quiebra de la República de Portugal se elevaba a un 32,40% y el del Reino de España a un 22,86%. Ambos países presentaron su candidatura conjunta para albergar el gran evento futbolístico a la misma hora que en el ranking mundial de naciones con más probabilidades de ir a la bancarrota ocupaban unas deshonrosas 7ª (Portugal) y 9ª (España) plazas. Portugal, muy cerca del ratio de Irlanda y Argentina. España, prácticamente empatada con Irak (sólo 12 centésimas mejor), su vecino en este terrible ranking económico. He escrito bien: Irak tenía ayer menos posibilidades de quiebra inmediata que España.

Vistos estos datos ¿puede sorprenderse alguien porque la FIFA haya preferido proteger su producto en Rusia y Qatar? Sin duda alguna, no eran las mejores candidaturas o, mejor dicho, los mejores proyectos técnicos. Pero esa es una apreciación anticuada: hace ya muchos años que los proyectos técnicos no pesan en las decisiones. España no lo ha comprendido todavía por más bofetones que viene recibiendo. La candidatura olímpica de Madrid argumentó que estaba preparada para albergar los Juegos de 2012. Venció Londres con una candidatura virtual, argumento que nos agravió mucho: “¿Cómo ha podido ganarnos un proyecto que no tiene instalaciones y sólo es 3D?”, se argumentó con despecho. Y se decidió insistir en el argumentario con Madrid-2016. Ante un Comité Olímpico Internacional que lleva casi dos décadas abriendo horizontes, nuestras armas se resumieron en que teníamos todas las instalaciones construidas. ¡Justamente lo que no quería oir el COI! Sidney, Pekín, las instalaciones virtuales de Londres... ¿Acaso no eran demasiados síntomas? El COI quería nuevos mundos, países emergentes, sangre fresca o, por lo menos, una fachada totalmente renovada como la londinense. Madrid insistió: ya lo tenemos todo construido. A oidos de los votantes equivalía a decir que en 2016 todas las instalaciones estarían obsoletas. Ganó Río de Janeiro, proyecto técnico muy inferior al madrileño, país con garantías financieras indudables.

¿Y USTED QUÉ HABRÍA HECHO?

No hemos aprendido nada porque en este país gritamos, discutimos, berreamos, protestamos y miramos el dedo que señala la Luna, pero aprender jamás aprendemos porque nos vence la falta de humildad. Vivimos con los oídos tapados y los ojos cerrados, incapaces de hacer autocrítica, absorber las enseñanzas y aprender, asumir, aceptar, corregir. Así que hemos ido a Zurich y hemos insistido en el órdago: podemos organizar el Mundial dentro de un mes. Ya no es que tengamos todo construido, es que podemos organizar esto en un pis pas. ¡Toma castaña! ¡Pero si el Mundial es dentro de ocho años, caramba! Y lo decimos sin pestañear, como si nuestro riesgo de quiebra no estuviese por encima del iraquí... Un tertuliano decía aún anoche, presa de la indignación: "Rusia no nos gana en nada. ¡En nada! Sólo en poderío económico". Esta es nuestra capacidad de análisis...

Con toda probabilidad son unos corruptos. Pero no son tontos. La ecuación es muy simple: tenemos el trasero económico al aire , pero pretendemos que ellos (la FIFA, el COI) nos entreguen graciosamente su producto (porque es suyo aunque no nos guste ni apetezca y sea deleznable) a cambio de que ya tenemos construidas unas instalaciones o unas infraestructuras que, al fin y al cabo, están al alcance de casi cualquier nación con solidez financiera y que habrán envejecido irremediablemente para cuando lleguen ellos con su producto. Y competimos contra colosos potentes: la Rusia de los nuevos ricos y las materias primas; Qatar y su inagotable petróleo. La estupidez no está en el cuaderno de ruta de la FIFA, así que ¿usted a quién habría elegido para proteger su producto? ¿Al que está en riesgo de quiebra y rozando el rescate financiero o al que desborda riqueza? Y en este caso ¿qué trascendencia le habría otorgado al proyecto técnico? Me sorprende también que Obama y Cameron se sorprendan de la elección de la FIFA, en especial Obama que ya lleva dos batacazos en pocos meses (Juegos y Mundial): en el ranking de países en riesgo de quiebra, Estados Unidos y el Reino Unido están en el alambre.

ABRIENDO HORIZONTES

A partir de las 4 de la tarde de ayer, el petróleo se disparó un dólar y medio en su cotización y el gas europeo subió un 3,34%. No parece casualidad precisamente. Hace 30 años, Samaranch hizo una primera apuesta por naciones emergentes: Corea del Sur en 1988, España en 1992. Más tarde llegaron Australia y China. El sucesor, Jacques Rogge, ha dado otro paso más: Rusia los invernales de 2014, Brasil en 2016 y apunta ya a Sudáfrica. La FIFA compite con el COI en abrir horizontes para su producto: Corea, Sudáfrica, Brasil, Rusia, Qatar, posiblemente Australia en 2026. Los países BRIC (Brasil, Rusia, India, China), las potencias del inminente futuro, copan el pastel con la salvedad de India, demasiado atrás en organización deportiva como se ha comprobado en los Juegos de la Commonwealth. Países con salvavidas económico, de bajo riesgo financiero y disponibilidad gigantesca de recursos para construir lo que haga falta. Los votantes de la FIFA serán corruptos, pero no son tontos y poseen una visión estratégica muy superior al cortoplacismo que nos ciega.

Una pena para una candidatura muy bien elaborada, de excelencia técnica y bien relacionada en el cuerpo dirigente. Quedarse en el peculiar acento de Villar o su pésima pronunciación de algunos vocables es concentrarse en la anécdota irrelevante. La RFEF hizo un trabajo excelente, la coordinación con Portugal ha sido digna de aspiraciones aún más elevadas, el proyecto técnico merece todos los elogios y, en definitiva, nada hay que reprocharle a Villar y sus acompañantes. Simplemente, el momento fue el más inoportuno que se podía prever, pero ninguno de ellos es responsable de la que está cayendo en determinadas partes del mundo.

Un valle de lágrimas para todos esos clubes que esperaban el Mundial como el maná que llegaba en forma de dinero público o incremento en el reparto de las quinielas para limpiar sus demoledoras deudas bajo el paraguas de las reformas mundialistas. Sin Mundial no habrá dinero para quienes lo esperaban para reestructurar sus balances financieros. Pienso en el Valencia, el Atlético de Madrid o tantos otros. Los verdaderos perdedores del fiasco de Zurich.

- Referencia: "No fue el COI quien engañó a Madrid" (4-X-2009) 

jueves, diciembre 02, 2010

No fue el COI quien engañó a Madrid 2016

El 4 de Octubre de 2009, poco después del segundo descalabro consecutivo de la candidatura de Madrid a unos Juegos Olímpicos, publiqué el siguiente artículo en El Periódico. Por una vez no pasó inadvertido, quizás porque el protagonista tiene muchos enemigos incluso dentro de su partido. Lo traigo hoy a colación para poder enlazarlo con la derrota ibérica cara al Mundial 2018, que pretendo analizar brevemente mañana:

Elegir el momento oportuno es esencial en política. Alberto Ruiz-Gallardón nunca ha sabido elegir sus momentos: llegó demasiado pronto, acuciado por la trágica desaparición paterna; controló el partido cuando el liderazgo de Fraga le imponía un techo social irreductible; y apenas pudo disfrutar de la década de esplendor aznarista. Como el delantero que remata cuando ha de pasar el balón o regatea cuando procede chutar, Gallardón no sólo fue el verso suelto del Partido Popular, sino que estuvo siempre en el lugar inadecuado y en el momento inoportuno. Demasiado pronto o demasiado tarde, como ha ocurrido con Madrid 2016, una candidatura errónea.

Gallardón conocía la realidad olímpica, pero la ocultó premeditadamente. Madrid pudo ganar los Juegos de 2012. De hecho, debió ganar si el griego Lambis Nikolau no hubiese pulsado el botón erróneo. Ese accidente impidió un éxito predecible. Pero tras aquel varapalo tocaba hacer mutis. Las reglas del COI son conocidas hasta la extenuación, salvo por quienes no quieren reconocerlas. Lo sabíamos todos: los Juegos de 2016 no podían ser para Europa, pero Gallardón antepuso su ambición política. Se trataba de copiar el “efecto Maragall”: alcaldía-JJ OO-gobierno del país. En su caso, de Madrid’16 a la Moncloa, laminando por el camino al pusilánime Rajoy y a los aznaristas que le esperan en cada recodo con la navaja entre dientes.

Madrid’16 no tenía ninguna opción real. Los Juegos sólo podían adjudicarse a dos ciudades: a Río o a Río. Y los pronósticos que lanzamos hace una semana en EL PERIÓDICO se cumplieron prácticamente al milímetro por una razón clara: eran inevitables. Ganó Río barriendo al otro finalista; Tokio no tuvo la menor opción; y Madrid hubiera necesitado un milagro. Samaranch hace prodigios, pero no se le conocen milagros. Hoy todos se lamentan y desde la ignorancia (o desde la malicia) abjuran del COI y su presidente Rogge: “Nos han engañado”, proclaman. Es cierto: les han engañado. Pero el autor del engaño no es el COI, sino Alberto Ruiz-Gallardón. Sabía que los números no podían cuadrar, pero decidió invertir una gran suma de dinero público en su promoción personal.

Claro, no fue el único. Cuantos podían beneficiarse personalmente de otros cuatro años de gestiones remuneradas apoyaron al alcalde. Y lo hizo Jacques Rogge, por supuesto. Rogge es el padre de la novia y desea un cortejo amplio y variado. Rogge vende un producto llamado Juegos Olímpicos y esta es una batalla basada en leyes de marketing que Madrid ha incumplido con rotundidad, en contraposición a Río de Janeiro, que supo siempre a qué público se dirigía y qué mensaje querían escuchar los cien electores. Michael Payne fue durante veinte años director de márketing del COI nombrado por Samaranch y, junto a él, transformó un olimpismo moribundo en el actual monstruo. Payne sabe lo que quieren oír los senadores del COI. La candidatura de Londres 2012 le contrató hace cinco años y triunfó. La de Río hizo lo mismo en 2007 y ha triunfado con un proyecto fabuloso e innovador. Simplemente fueron candidaturas que sabían a quién se dirigían y qué pesa en el voto de los electores.

Madrid conocía todo esto a través de Samaranch. Pero Gallardón lo ocultó bajo una montaña de entusiasmo popular. “Rogge me ha prometido...”. No, Rogge sólo vendía su producto y vaya si lo ha vendido bien: un pulso mundial entre Lula, Obama y el Rey español. El G-20 convertido en espectáculo. Todos sabían que Gallardón maquillaba la realidad y priorizaba sus ambiciones personales al futuro de la candidatura. A partir de esa premisa todos jugaron sus cartas en clave de política interna española: el Rey, reacio durante días a viajar a Copenhague, apostó por el discurso de la familia real olímpica; Zapatero, que sabía mejor que nadie el resultado previsto, batió el récord mundial de velocidad en cambiar decretos-ley y le dio el “abrazo del oso” a Gallardón; Samaranch, el maestro del ajedrez olímpico, lanzó un brindis al sol y se ganó aún más el cariño de toda España; y los aznaristas se quedaron en Madrid: “Yo no voy a Copenhague a brindar con caipirinha”, nos dijo a principios de semana alguien muy próximo al expresidente Aznar. Todos sabían de qué iba esto, salvo los vecinos de Madrid, atracados a impuestos extraordinarios con los que pagar tanta fiesta.

El Rey y Samaranch salen reforzados; Rajoy se frota las manos por el descalabro de Gallardón (unido a la catástrofe de Camps) que le deja el camino franco para las generales de 2012; y Zapatero, mucho más intuitivo que todos sus rivales, se felicita porque volverá a enfrentarse con Rajoy, al que siempre noqueó. La herida es para Madrid, que debió evitar esta pelea inútil y centrarse en 2020, donde tenía (y tiene) grandes opciones de triunfar. La hoja de ruta del COI, convertido de facto en un gran actor de la geopolítica mundial, es clara: expandir su producto alternando ciudades de solera con países emergentes. Nadie habrá apoyado tanto el desarrollo de los BRIC como el COI: China en 2008 (Pekín); Rusia en 2014 (Sochi); Brasil en 2016 (Río). Queda la India, reservada para los próximos años treinta; y África del Sur, de cabeza a 2024, después de que una gran capital europea acoja los del 2020. Este será el auténtico momento de Madrid, aunque quizás ya no será la hora de Gallardón, siempre impuntual con la historia.

- Publicado en El Periódico (4-X-2009)

miércoles, diciembre 01, 2010

El día después

Como el paisaje después de una batalla, así amaneció Madrid ayer. Frío, gris, lluvioso, apelmazado y silencioso. Con el silencio magmático de los días graves; de las jornadas que por siempre quedan marcadas en rojo. Silencio madridista, mitad sonrojo, mitad impotencia, aderezado por los guiños cómplices de los atléticos mientras la niña rubia que se paseaba por Madrid luciendo la camiseta de Xavi tras el 2-6 vuelve a enfundársela, símbolo reservado para las grandes ocasiones. 

Día de la marmota en la capital. Una historia circular que se repite anualmente como si se tratase de un rito preceptivo: tras mucho bla bla bla, el entrenador del Madrid se enfrenta a unos demonios blaugrana y termina chamuscado. Ocurrió con Juande Ramos, autor de una prodigiosa racha que empezó y terminó en el Barça costándole la cabeza; sucedió con Pellegrini, descabezado igualmente tras sucumbir aquí y allí; y vuelve a ocurrir con Mourinho, fichado como antiCristo culé y amnistiado tras el primer gran batacazo. Día de la marmota blanca: grandes expectativas, gigantescas decepciones…

Mucho frío en Valdebebas, donde sólo se entrenan los canteranos. Gente de gran calidad como Sarabia, Morata, Alex Fernández, Jesé, Carvajal y tantos otros. Pero de incierto futuro. Saben que son el futuro, pero no saben de quién. Serán futbolistas de categoría y jugarán en Primera, pero no saben dónde. Difícil que sea en el Bernabéu a la vista de la última década, un secarral yermo para la cantera merengue, fructífera y generosa, pero taponada por las urgencias de una dirigencia cortoplacista. Valdebebas le hiela el corazón a la cantera mientras el madridismo se lame las heridas. Día para quedarse en casa junto al gato, viendo llover tras los cristales mientras suenan grimosas las notas del “Vesti la Giubba” de Leoncavallo: “¡Actuar! ¡Mientras presa del delirio no sé ya lo que digo ni lo que hago! (…) La gente paga y aquí quiere reír y si Arlequín te birla a Colombina ¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán! Transforma en bromas la congoja y el llanto; en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!”.

Y así es: a media tarde se despereza el madridismo y empieza a hablar de fichajes y cabezas de turco: lo clásico tras el Clásico. Por la mañana fue distinto y mientras la niña rubia lucía el 6 de Xavi en su colegio, Raúl venía a tomarse un café conmigo. “Nunca renegaré de mi Madrid –me dice-, pero hubo un instante que pensé en hacerme del Barça”, reconoce a media voz, como quien revela el peor de los secretos de Wikileaks. Raúl es una excelente persona: sobria en el triunfo y discreta en la derrota, sin excesivos altibajos, como la mayoría de los madridistas de a pie, buena gente, amante de sus colores y algo desconcertada por tantos tumbos como viene dando la institución. Una parte del periodismo que se realiza en Madrid se ríe del señorío madridista por considerarlo agua pasada, pero los aficionados no se ríen de esa nueva política que parece justificar los medios con tal de lograr los objetivos. Les duele esta nueva goleada, pero sobre todo la exhibición de juego; y aún más las palabras de Guardiola tras su éxito recordando a los padres del modelo. ¡Tienen un modelo!, exclaman lastimeros refiriéndose al Barça y proclamando, al tiempo, que justo eso le falta al Madrid desde ni se sabe cuándo.

Mourinho está a salvo. Los elegidos como cabezas de turco son Sergio Ramos, Benzema y Marcelo. Posiblemente esta será la última temporada de los tres. De Ramos y Benzema, muy probablemente. Con ellos como argumentario alcanza para salir de la pesadilla mientras se aproxima algún delantero centro (Llorente, Almeida, Adebayor, Elmander…) que haga olvidar los dolores de espalda de Higuaín y la “nonchalance” indolente de Benzema. Leña a los tres hasta la próxima victoria. Cae el día, Ramos no sale malparado de los comités y el madridismo carga de nuevo las escopetas de la esperanza: con el bla bla bla, la rueda vuelve a girar.

- Publicado en Sport (1-XII-2010)

martes, noviembre 30, 2010

Apoteosis de una idea

Una humillación combinada con una pesadilla, mezclada con un baño completo y un baile perpetuo. Esa podría ser una definición de lo ocurrido anoche, pero sería una definición prosaica, probablemente grosera y demasiado simplista. Prefiero pensar que hemos visto un momento mágico, el de un colectivo sublimando el fútbol, ejecutando una sinfonía portentosa. Ha sido un partido asombroso e histórico, pero no por lo que estaba en juego, ni por la tensión competitiva con que se llegaba, ni por la formidable fortaleza del Madrid, que ahora parece capitidisminuida, ni siquiera por el apabullante resultado final.

Ha sido excepcional y grandioso. Y singular y majestuoso, y descomunal e incluso superlativo porque ha sido un partido que supone la culminación de una idea, de un modo de practicar este deporte. Un estilo distinto, difícilmente imitable, basado en unas premisas nada frecuentes, un estilo casi contracultural y a contracorriente de lo acostumbrado: que defiende atacando y convierte al balón en el eje sobre el que gira todo su mundo. Desde la simiente labrada por Cruyff y Rexach, abonada por Van Gaal y cosechada por Rijkaard, el mago Guardiola ha levantado un monumento al arte, una pieza de orfebrería local, fabricada con gente propia, surgida de los hornos de la cantera, escrutados en campos modestos cuando apenas eran infantes, formados en largas tardes por maestros sigilosos, cultivados en el silencio como ocurre con el buen vino. Nueve de ellos formaron anoche en este acontecimiento planetario que ha resquebrajado muchas certezas precoces. Nueve de ellos, casi un equipo completo, certificando las bondades de esa idea de juego tantas veces cuestionada.

El Madrid ha caído con estrépito, pero sería erróneo enterrarlo precipitadamente, pues ha sido siempre un gran competidor y volverá a serlo pese al batacazo morrocotudo del Camp Nou, a mi entender más hiriente que el 2-6 del Santiago Bernabéu, ya no por los goles, ni la superioridad aplastante, ni tampoco por la sensación de quiebra anímica, sino especialmente por el abismo que le separa de la idea futbolística con la que el Pep Team está regando sus exhibiciones. Hoy es un día grande para el Barça por la apoteosis de esa idea prodigiosa.

lunes, noviembre 29, 2010

Dos mundos dentro de un rectángulo

Sabemos desde tiempo inmemorial de las dificultades de los ricos (¿o era la facilidad de los camellos?) para atravesar el ojo de una aguja. Pero ¿caben dos gigantes en el ojo de esa aguja? ¿Hay sitio para dos monstruos en la cima del mundo? Esto es lo que se debate este lunes: jerarquía, liderazgo, un sitio en la cumbre. El fútbol no acostumbra a permitir las bicefalias y siempre acaba eligiendo un único dominador.

Miremos donde miremos se repite idéntica ecuación: si sube el Barça, baja el Madrid; si crece el Inter, mengua el Milan; si resucita el Liverpool, pincha el Manchester y mil ejemplos más. Parece como si el fútbol tuviese el capricho de permitir una presencia exclusiva en las cimas heladas del éxito y las últimas décadas nos recuerdan que aquí ha ocurrido también: dominó el Dream Team, mandó la Quinta del Buitre, venció el Barça de Van Gaal, le sucedió el Madrid Galáctico y llegó el círculo virtuoso iniciado por Rijkaard, interrumpido dos años por dejadez propia más que méritos ajenos, y sublimado por el Pep Team. A cada dominador del ciclo le ha correspondido un rival hundido y desorientado.

Llegan ahora Barça y Madrid es su mejor momento. Estado pletórico de forma, plantilla completa, dominio abusivo del campeonato, autoestima al máximo, certezas confirmadas, automatismos engrasados… No hay merma en ninguno de los bandos, ninguna excusa a la que acogerse, ningún factor que les disminuya. Llegan ambos como habían soñado hacerlo y no se vislumbra nada que pronostique el fin del ciclo barcelonista ni el predominio del madridista. ¿Podrán convivir ambas jerarquías? No me refiero solo a ganar títulos, que son muy importantes, por supuesto, sino a jerarquía auténtica, a dominio aplastante y evangelización de un modelo y estilo de juego. El Barça de Guardiola ya tiene todo esto (títulos, gloria, honores, aura y altares) y el Madrid de Mourinho pretende algo similar y posee armas para conseguirlo.

¿Será posible una bicefalia, un duopolio en el fútbol europeo? No se percibe la menor flojera en el vestuario de Pep, ninguna sensación de estar saciado. Al contrario, el formidable rival le estimula como nadie hizo antes, exigiéndole lo mejor de sí mismo. Esta generación de megacampeones asume semejante desafío hercúleo no con la vocación de permanecer en la cima, sino con la de construir nuevas cumbres más altas. Tampoco se adivinan incertidumbres en el vestuario madridista, administrado con mano de hierro y teatro del bueno, lanzado al galope tendido hacia sus años de gloria.
Ya se oye el ruido de la hierba creciendo, como le gusta decir a Juan Villoro, temerosa de los bisontes que se partirán el espinazo en este duelo inmortal. El choque resultará formidable, más allá que el partido pueda defraudar. Las grandes expectativas siempre son decepcionantes en el deporte y entra en lo posible que este acabe siendo solo un pobre partido entre dos equipos ricos. Pero sus consecuencias serán relevantes. Barça y Madrid se enfrentarán más veces esta temporada, en el Bernabéu, desde luego, y quizá en Copa y Champions, y también a distancia cada semana, mirándose por el rabillo del ojo, midiendo y replicando, y de semejante fragor surgirá una jerarquía, un liderazgo, un dominador. Coe u Ovett. Phelps o Thorpe. El mar o el rompeolas. El Sol o la Luna. Mozart o Beethoven. Roma o Cartago. Dos mundos persiguiendo la eternidad sobre un rectángulo verde.

domingo, noviembre 28, 2010

Elegidos para una incierta gloria

Todo el mundo verá el Barça-Madrid. ¿Todo el mundo? No, los dos últimos presidentes del Gobierno español no podrán verlo: sendos viajes han unido el destino de Zapatero y Aznar, que sólo sabrán del duelo a través del teléfono móvil. Ausencias de peso de dos grandes forofos: Zapatero ya ha pronosticado un 4-2 para el Barça. De Aznar sabemos por amigos íntimos que espera un revolcón del Madrid. Ausencias relevantes. Otra ausencia de peso es la del ex presidente Laporta a quien no vemos, porque la ley electoral lo impide, en esas fotografías hechas ayer en ese Camp Nou que fue suyo. Rey destronado sin acceso a palco. Curioso que los líderes principales que pelean hoy por el trono de la Generalitat se retraten en el estadio blaugrana, muestra de ese contrapeso que representa el Barça en la sociedad catalana.

Los pronósticos están claros. Zapatero dice que ganará el Barça (4-2); Esperanza Aguirre que lo hará el Madrid (1-2); y Rajoy se abstiene (2-2) como hace casi siempre en casi todo. He hablado con Esperanza Aguirre para que me explicara en qué fundamenta su pronóstico: “Cuando he dicho 1-2 para el Madrid no sabía que Zapatero había pronosticado un 4-2. Pero como en todas las radios madrileñas estaban dando la vara con que nos conformamos con un empate, pues he dicho que 1-2. Porque ¿qué es eso de empatar? Tenemos que ganar”. Ya ven que la presidenta de la Comunidad de Madrid nunca está en la onda que marca Rajoy.

Otro que no tiene dudas es el presidente del Parlament de Catalunya, Ernest Benach, que me atiende durante el día de reflexión y da un resultado rápido: “Un 2-0 sin ninguna duda”. Sus argumentos los dedica a esos dos mundos tan contrapuestos que son Barça y Madrid: “El modelo del Barça es una historia forjada hace muchos años. De joven, yo me enfadaba porque había poca gente de la cantera en el primer equipo y fue así hasta que se encontró una línea a seguir. Una cantera necesita tiempo y paciencia para dar sus frutos y aquí están hoy los del Barça. El Madrid no hará algo parecido porque su modelo es el del esplendor y la ‘grandeur’. El de ejercer de capital del Estado y ser el centro de todo. El modelo Barça se genera a largo plazo; el del Madrid, que ha tenido y puede volver a tener grandes éxitos, es cortoplacista. Son modelos opuestos que si los permutáramos seguramente fracasarían fuera de su hábitat natural”.

PEP & MOU

Esos dos mundos contrapuestos se ejemplifican en Guardiola frente a Mourinho; en Messi ante Cristiano; en el toque frente al contragolpe; en la cantera frente al cheque. Barça y Madrid son dos mundos. Dos mundos contrapuestos en una infinidad de materias de las que hablo con ambos presidentes. Menos futbolera, Esperanza Aguirre afirma sentir “admiración por Guardiola. Es fantástico, me gusta. Pero me identifico al máximo con Mourinho porque Mourinho es políticamente incorrecto. O sea, como yo”. Más metido en el fútbol, Ernest Benach profundiza en el detalle: “Mourinho es un grandísimo entrenador. Grandísimo. Y además de entrenador también es un personaje que se ha construido él mismo. Sabe utilizar todo un mundo de recursos como casi nadie: la ironía, la mala baba, la exageración en las formas… No me gusta el personaje, pero le reconozco su valía indiscutible. No es un entrenador que se limite a entrenar, sino que busca ser y es protagonista. Un tipo listo, sin duda”.

De Guardiola se confiesa metafóricamente enamorado: “Con Pep soy poco objetivo: es inteligente, trabajador y culto. Cultura y fútbol han sido siempre un matrimonio complicado. Pep es un pozo de sabiduría y un gran gestor de emociones. Es un ejemplo a seguir, no sólo para el fútbol sino para el país”.

Les pregunto a ambos presidentes por la crisis de liderazgo que vive la política (en las encuestas prácticamente todos salen malparados a cualquier nivel que miremos) y si Guardiola y Mourinho, precisamente dos grandes líderes en el fútbol, deberían servir de referencia. Esperanza Aguirre, que acaba de comerse un pan con tomate en Lleida y recuerda desde el AVE entre risas sus referencias a las ‘collonades’ (“Hay muchas collonades en la política”), es muy rotunda: “Tenemos mucho que aprender de ambos. Muchísimo”. Benach se extiende más: “No hay duda de que el liderazgo político en general está cuestionado por la ciudadanía. No sólo el político, sino también el empresarial, social y el del sistema en general. Del liderazgo de Pep emanan grandes lecciones: su sistema de trabajo, su capacidad de análisis, la labor en equipo, sus silencios en las entrevistas y sus palabras en ruedas de prensa. Claro que no podemos extrapolarlo todo: mal iría un político si se negase a conceder entrevistas, por ejemplo. Pero me apunto al estilo de Pep, su rigor, el no dejar nada al azar. El futuro pasa por ahí. Y creo que la generación de Guardiola, la de la gente de 35-40 años, nos dará grandes alegrías en el ámbito político”.

MOZART & SALIERI

Dos modelos opuestos lanzados a todo tren uno contra el otro. Con el máximo respeto por el rival, porque hoy es muy pequeña la diferencia de rendimiento entre Barça y Madrid o entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo, jugadores que llegan al mismo objetivo por caminos muy distintos: “Messi me gusta mucho –asegura Esperanza Aguirre-, pero Cristiano mucho más. Me encanta y, además, creo que todavía no le hemos visto en su máximo esplendor. Posiblemente, será este lunes cuando lo alcance”.

Esta vez no hay un David ni un Goliat, sino dos gigantes dispuestos a liarse a mamporros por la jerarquía. Si en el partido electoral de hoy las encuestas dan un favorito claro, un perdedor evidente, algún ascenso inédito y más de un descalabro, en el futbolístico de mañana las distancias se han reducido a la mínima expresión. El Madrid ya fue un rival formidable en sus dos últimas visitas al Camp Nou, pero ahora llega mucho más reforzado, rotundo, contundente y trabajado. Gladiadores de hierro mezclados con velocistas desbocados dirigidos todos ellos por un maestro de las artes escénicas. Un Madrid hercúleo, en suma. Jugando en casa, el Pep Team se vestirá con sus ropajes más sedosos y la ligereza etérea de las grandes citas. Equipo cuajado desde la frialdad emocional y un estilo indesmayable de juego: toco y paso, me muevo y combino, abro por fuera para acabar por dentro, vuelvo a tocar y mareo y adormezco al rival para aguijonearle en el instante inesperado. Todas las armas de Guardiola y Mourinho puestas sobre el rectángulo: violines contra tambores; arcos frente a jinetes; horizontales ante verticales; Wolfgang Amadeus Messi contra Cristiano Salieri…

Dos mundos tan distintos como distantes buscando dominar las olas del mar. Existen dos mundos y ambos caben perfectamente en este mundo.

- Publicado en Sport (28-XI-2010)

sábado, noviembre 27, 2010

El factor inteligencia emocional

Mourinho es un entrenador inteligente. No sólo un entrenador excelente o un tipo inteligente, sino también y sobre todo un entrenador inteligente. Luego están las formas, los aspavientos, el teatro y las zarandajas. Pero como táctico futbolístico es excepcional. Así que nadie espere inocencia, sorpresa o despiste en su planteamiento del lunes. Creo que tiene dos factores tácticos con los que maniobrar: de un lado, la banda izquierda donde pueden coincidir algunos de sus hombres más relevantes frente a algunos de los barcelonistas más decisivos. Estoy pensando en Marcelo, que pese a cierta endeblez defensiva es quien inicia el juego en corto del Madrid, y en la variante que ya ha experimentado en algún encuentro de reforzar esa banda izquierda aún a costa de montar un equipo extremadamente asimétrico. Con ello busca crear superioridad sobre el lateral derecho del rival y abrir un boquete que le resquebraje. Me extrañaría mucho que Mourinho no hubiese analizado esta posibilidad, pues las espaldas de Alves son las más etéreas del Barça como pudimos comprobar con sus alegrías ofensivas ante el Panathianikos, una frivolidad temeraria si enfrente está el Madrid más poderoso de la década. Un error en esa zona no perdona.

El segundo factor que maneja el técnico portugués es su excelente defensa posicional. Ya la demostró con el Inter. En puridad, Mourinho no es un entrenador defensivo, pero sí tremendamente organizado y ordenado. Sabe que contra un movimiento perpetuo (el “Perpetuum mobile”) del Barça en línea de tres cuartos, donde todos combinan con todos en un ballet interminable y la Teoría del Caos se hace jugador de fútbol, donde los colores blaugrana se entremezclan sin cesar buscando mover el balón a la velocidad de la luz, el único remedio fiable es mantener las posiciones sin desordenarse. ¿Lo conseguirá? Creo que ahí puede estar uno de los meollos del partido. Escuchamos sin cesar que la clave será el número de balones que el Barça pierda en esa zona de creación, sobre todo algún pase horizontal, y los contragolpes que a partir de ellos pueda generar el Madrid. Es cierto, pero para que se produzca esa pérdida de balón de los barcelonistas tiene que ocurrir algo importante: que los seis madridistas encargados de la organización defensiva mantengan su posición en el campo. Si la pierden aunque sólo sea medio metro o llegan media décima de segundo tarde, no sólo no podrán robar esos balones sino que se arriesgan a ser superados sin remisión.

Al Madrid le interesa un partido frenético, efervescente, eléctrico y febril. El Barça precisa controlar sus emociones, no dejarse llevar por la adrenalina y jugar con la cabeza fría. Vencerá quien imponga su mayor inteligencia emocional.

- Publicado en Sport (27-XI-2010)

martes, noviembre 23, 2010

Los 6.000 euros que costó Fontàs...

A finales de enero, el equipo tinerfeño del San Isidro recibió 300.000 euros procedentes del FC Barcelona en concepto de bonificación por la consolidación de Pedro en el primer equipo blaugrana. Esa cantidad se sumó a los 24.000 euros ya abonados en 2008 por un concepto similar después de que el jugador canario recalara en la cantera del Barça en 2004, a los 17 años.

El ascenso de Andreu Fontàs al Pep Team, todavía no concretado en forma de ficha estable, no le reportará ninguna bonificación al Banyoles, club en el que se originó este central zurdo. En realidad, el Banyoles cedió a Fontàs al Girona todavía en edad juvenil, donde jugó una temporada pero al debutar con el equipo de Tercera, el propio Girona adquirió los derechos del jugador. En su día, Barça y Girona firmaron un traspaso por 6.000 euros (rubricado por José Ramón Alexanko) y el Banyoles recibió la mitad del dinero más la participación del Girona en un partido amistoso.

Cuento estos detalles porque los 6.000 euros que costó Fontàs y los 324.000 con que se recompensó la labor formativa al club en que se forjó Pedro sirven para contabilizar el coste de fichajes del equipo que venció el sábado en Almería: concretamente 99.424.000 euros, repartidos prácticamente en cuatro futbolistas (Villa, Alves, Mascherano y Maxwell) más los flecos simbólicos que he explicado. Esta cifra total de casi cien millones podría parecer tramposa porque contabilizo a los jugadores canteranos a coste cero, pero como la inversión estructural en cantera no se considera (todavía) un activo tampoco es amortizable, luego contablemente es así.

Por tanto, siete de los titulares que golearon al Almería (podríamos añadir también a Bojan y Thiago) supusieron en su día coste cero para el club, a nivel contable, lo que da muestra del valor incuestionable de apostar por la formación y creación de futbolistas propios. Comparemos estos 99,4 millones del cómputo total del equipo con los prácticamente 70 en que estaba valorado Ibrahimovic el curso pasado y promediaremos rápido entre coste y eficacia.

El valor que le otorgo a todo esto no es sólo el obvio de que fomentar la producción propia es generadora de ahorro, energía emocional y éxito, sino también otro muy apreciable: después de meses de catastróficas noticias sobre la gestión financiera en el Barça (tan catastróficas como ciertas), quizás también sea bueno apuntar otra versión positiva en lo financiero. Es posible y cierto construir un equipo, y renovarlo gradualmente, con un coste mínimo en la inversión. Este modelo, que el aficionado ha tenido casi siempre en mente, pasa por ser el único viable en estos tiempos de cataclismos económicos: gente de casa más algunas grandes figuras mundiales. Ya no son épocas para el derroche.

lunes, noviembre 22, 2010

La retórica y la porra

“Menos mal que hay Champions y nadie hablará del Clásico hasta el jueves”, me advirtió ayer por la mañana un amigo ingenuo. ¡Cómo no hablar del Clásico si llevamos cinco meses haciéndolo! Desde que Mourinho firmó por el Madrid y se intuyó el fútbol de barricadas que se nos venía encima. El Clásico es esa premonición evangélica que advierte del fin del mundo, acontecimiento que se repite dos veces por año sin que ocurran mayores desgracias, algo así como el famoso “Efecto 2000” que el indescriptible Álvarez Cascos monitorizó con el éxito conocido: nos amenazó con el Apocalipsis informático y amanecimos con la resaca de siempre pero el chip intacto.

El Clásico contiene en su esencia dos productos imperecederos: la retórica y la porra. A su vez, la retórica se divide en dos tipos de estrategia elemental: el pavoneo y el ocultismo. La primera categoría es dominada por quienes alardean de su favoritismo innato: aunque le amordacen institucionalmente, siempre hay quien se salta las barreras establecidas y acaba proclamando que es el mejor y el más guapo y pronostica apalizar al rival. Ahora mismo hay algún pavo suelto por el corral. En la otra categoría se han ido refugiando quienes aseguran que más vale el silencio que el ruido, pero empieza a haber tantos en esa categoría de la ocultación de intenciones que apenas caben en el barco. No está escrito qué categoría es más útil aunque sí parece claro dónde se alinea cada uno de los protagonistas del partido que nos caerá encima dentro de siete días. Y no olvidemos que si no hay más protagonistas en uno y otro bando no es por falta de ganas, sino por presión fortísima de quienes mandan en el circo, o sea los dos entrenadores.

La porra es el otro gran producto nacional. Es como la Lotería de Navidad pero del Clásico. No sirve para nada más que llenar páginas de periódicos, minutos de radio y demás huecos sociales. De hecho, es un símbolo de nuestros tiempos vacuos, pues la porra lo mismo sirve para completar una pieza del Telediario en el Congreso de los Diputados que para llenar el silencio impenetrable de un ascensor lento. Nadie está exento de semejante epidemia: ¿quién ganará? ¿qué resultado prevés? ¿goles de quién? Fruslerías mayúsculas y vanas, pues la porra sólo es otro latido del corazón y no hay racionalidad alguna en ella. Lo peor es que siempre acierta alguien y entonces se las da de catedrático, salvo en el caso de mi frutero, un madridista acérrimo como corresponde a una frutería cercana a Valdebebas, que tras ser convocado tarde al concurso de la porra decidió apostar por un 2-6 favorable al Barça y ya saben lo que ocurrió aquella noche. Un buen dinerito a la buchaca de mi frutero, que desde entonces vende lotería a manos llenas en cuanto llega las navidades, cual émulo de la Bruixa d'Or.

Así que por más Champions que aparezca por medio nos espera una semana de retórica y porras a la que sólo podemos hacer frente reconfortándonos con las certidumbres que deja el fútbol: el Barça llega como se había planificado, puntual a su cita, en plena forma, con la gente enchufada, los automatismos pulidos y los almirantes al timón; el Madrid lo alcanza como pretendía su entrenador, con un once de gala bien engrasado, la caballería al galope y los puñales afilados. Si nadie cae herido durante la semana se reunirán 13 campeones del mundo sobre el césped del Camp Nou, probablemente un récord universal nunca antes visto, tres de los cuatro aspirantes al Balón de Oro y los dos futbolistas más resolutivos del momento. En ese instante, toda la retórica y el 'bla bla bla' quedará reducido a cenizas y las porras se evaporarán en una nube de realidad: hablará el fútbol y ganará quien posea las palabras más certeras.

El plaer

Vuit gols més tard, sembla que la cosa no estava tan malament com preveien tots els qui van pronosticar un cataclisme per la marxa de Touré, l’arribada de Sandro Rosell, el triomf al Mundial de seleccions, la tendinitis de Xavi, les angoixes de Villa i Bojan i el no fitxatge d’Ozil. Jo voldria fer una crida a fruir del que estem vivint. El Barça pot guanyar o perdre partits i títols; enfrontar el Clàsic contra el Madrid i sortir viu o mig coix. Tot això no ho sabem, però el que resulta indiscutit i indiscutible es que aquest equip acumula ja dues temporades i mitja desenvolupant un joc meravellós, probablement el més estètic i rendible que hem conegut mai i encara que hi hagi dies foscos i nits espesses, continua endavant amb la seva proposta de joc, sense dimitir mai d’un concepte que embadaleix el mon del futbol, que diferencia aquest equip respecte tants d’altres.

Aquesta diferència en l’estil de joc, en la proposta ofensiva, en la generositat del model és el que farà que el Pep Team estigui a tots els llibres d’història del futbol, més enllà dels títols que continuï guanyant. Jo us convido a fruir del joc: els resultats seguiran caient per si sols.

- Publicado en RAC-1 (22-XI-2010)


Ocho goles más tarde parece que las cosas no estaban tan mal como pronosticaron un cataclismo con la marcha de Touré, la llegada de Sandro Rosell, el triunfo en el Mundial de Sudáfrica, la tendinitis de Xavi, la ansiedad de Villa y Bojan y el fichaje no realizado de Özil. Me parece que deberíamos disfrutar lo que estamos viviendo. El Barça seguirá ganando o perdiendo partidos y títulos; enfrentará el Clásico contra el Madrid y saldrá vivo o renqueante, pero es indiscutible que este equipo acumula ya dos temporadas y media desarrollando un juego maravilloso, probablemente el más estético y rentable que hemos conocido nunca y aunque regresen días oscuros y noches espesas, seguirá adelante con su propuesta de juego, sin dimitir jamás de un concepto que entusiasma al mundo del fútbol y diferencia a este equipo de otros muchos.

Esta diferencia en el estilo de juego, en la propuesta ofensiva y en la generosidad del modelo hará que el Pep Team permanezca en los libros de historia del fútbol más allá de los títulos que continúe sumando. Os invito a disfrutar del juego; los resultados ya caerán por sí solos.

sábado, noviembre 20, 2010

Días de ruido y furia

La forma de acercarse a la alta competición es muy relevante. Uno puede hacerlo desde el silencio, la discreción, la humildad y la confianza muda o bien desde el exabrupto, el desafío, el pavoneo y la extroversión. Ambos caminos son productivos, legítimos y fundados. Empíricamente hemos comprobado que no hay uno mejor, sino sólo caminos distintos que garantizan ser coherente con uno mismo y nada más. Algo parecido podríamos decir sobre los prolegómenos logísticos de una competición: hay quien viaja el mismo día, no se concentra, llega justo de tiempo al estadio y también quien se enclaustra 48 horas antes y ejerce una vida monacal como preludio competitivo. Ambos métodos contienen virtudes interesantes pero ninguno es garantía de rendimiento superior.

Reflexiono al respecto porque en estos bulliciosos días de ruido y furia parece como si hubiera que decantarse por una forma idónea de acercarse al gran Clásico y que en Barcelona se tuviera claro que lo mejor es el silencio que predica Guardiola y en Madrid plantearan que el éxito reside en el griterío que levanta Mourinho por donde pisa. Creo que no hay un método mejor que el otro, sino más adaptado a las personalidades de un equipo. Calla el Barça, que no es poco en estos tiempos, porque su entrenador es así y lo prefiere. Pep ha leído a Goethe y sabe que se tiende a poner palabras allí donde faltan las ideas, con lo que decidió hace tiempo centrarse en las ideas futbolísticas, sin más. Conoce que el silencio es el elemento en el que se forman las cosas grandes y ha hecho bandera de ello, insuflando dicho espíritu a sus jugadores y convirtiendo el vestuario en una ‘secta’ de gente discreta y silenciosa, donde un simple ‘miau’ desentona.

Mourinho prefiere encomendarse a Churchill (“A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada”) para transitar brillantemente por el fútbol mundial. ¿Es peor ese método? Ciertamente, no. Si acaso, no gustará a quienes preferimos otros valores, pero ello no le resta efectividad. En realidad, ambos entrenadores aciertan en sus métodos. A un Madrid sostenido por la adrenalina y la efervescencia el método estrepitoso de Mourinho le va como anillo al dedo, aunque resquebraje muchas costuras de la institución, peaje que pagará el Madrid de Florentino por haber entregado su alma al portugués. Y a un Barça entregado casi religiosamente a un modelo de juego, el silencio franciscano de Guardiola es la mejor receta posible. Alguna vez que intentó cambiarlo y emplear el camino opuesto (en la semifinal de vuelta de Champions frente al Inter, por ejemplo) quedó comprobado que la adrenalina excesiva le sienta fatal. El Barça florece en el silencio; el Madrid, en el ruido.

martes, noviembre 16, 2010

Vencer y convencer

El ruido es la nueva unidad de medida del fútbol. Por eso cada día se grita más alto, con la esperanza de que elevando la voz se llegue más lejos. Esperanza vana, pues hay tanta hojarasca y tal frenesí que ya nadie se hace oír por encima de nadie, ni siquiera escribiendo a gritos. Dijo cierto día Juanma Lillo que la guarnición se había comido el solomillo y que cada vez importaba más el tramo de lunes a viernes y menos los propios partidos. Así es. Parece más trascendente lo que se dice y escribe de fútbol que el fútbol en sí. Como ya imaginan por qué y por quién digo todo esto, no abundaré.

Posiblemente, sea yo quien esté equivocado pero siempre he creído que en el deporte no se trata solamente de vencer, sino también de convencer. Por supuesto, si no vences no convences. Pero mucha gente vence y no convence, sea por los métodos que emplea, los atajos que recorre, el estilo que utiliza o por la forma con que acoge sus victorias.

Hay quien llama romanticismo a esta actitud. No creo que lo sea; si acaso, un cierto espíritu naïf que pretende preservar un modelo de hacer las cosas que nos enseñaron los verdaderos sabios que nos precedieron. De hecho, no debo ser el único que piensa de esta forma: en casi todas partes se explica que el deporte es una escuela para la vida porque compites, te esfuerzas, luchas sin bajar los brazos y aceptas con sobriedad los triunfos y con serenidad las derrotas.

Gente poco arraigada está levantando mucho ruido en nuestro fútbol y con tanto griterío quieren reclamar la razón. Pero no la tienen. El silencio parece no tener fuerza, pero es el caldo de cultivo imprescindible para que los futbolistas mejoren, los equipos se conjunten, los errores se corrijan y las promesas crezcan. El silencio puede ser, en realidad, un arma más ensordecedora que el ruido sin fundamento. El silencio es más poderoso que las palabras vacías, los gestos bravucones y las chulerías de vuelo bajo aunque a simple vista uno tenga la sensación contraria.

Quien quiere vencer y convencer no necesita lanzar aspavientos ni fuegos artificiales: le basta con trabajar y aplicar sus planes. En alguna ocasión tropezará, pero a medio plazo conseguirá sus objetivos. En cambio, quien alardea de todo es posible que termine desnudo: vencerá algunas veces, pero no convencerá jamás. Cada club, cada entrenador, cada grupo de jugadores y también cada afición y la prensa de esa ciudad deben elegir su modelo de actuación. Pueden optar por el griterío y la cháchara, el pavoneo y la conspiración perpetua; pero también pueden hacerlo por la discreción y el trabajo silencioso que caracteriza al deportista clásico. En ninguna parte está escrito que las victorias y el reconocimiento general se alcanzan a base de gritos.