Uno se queda y el otro se va. Todavía no está firmado y certificado, pero sí hablado y pactado. Thiago se queda y Nolito se va. Uno de los cuatro chavales que en verano llamaban a la puerta del primer equipo encontrará un hueco dentro de una plantilla prodigiosa que sumará 21 elementos con esta doble entrada de Afellay y Thiago. En cuanto al explosivo extremo del filial, su opción vital se inclina más por la seguridad de un contrato a medio plazo con el Benfica garantizando un sueldo muy considerable que por pelear por un puesto en el equipo de Guardiola, tarea hercúlea. Entre una gloria incierta y un dinero seguro, Nolito ha preferido lo segundo y no seré yo quien lo critique, al contrario.
Lo que va a ocurrir con estos dos futbolistas nos ilustra sobre la realidad del Barça actual. Thiago ascenderá después de años de cabalgar por delante de las categorías que por edad le correspondían, pero también a partir de mucha disciplina inculcada para limar los excesos de su talento y ponerlo al servicio del colectivo. Aún tiene recorrido por mejorar en esta faceta y así debemos interpretar la pausa y prudencia con que le dosifica Guardiola. A los 19 años nadie debe exigir minutos dentro de un equipo compuesto por fueras de serie y el chico parece haberlo comprendido, con la ayuda de sus técnicos y un padre con experiencia contrastada. La llegada de Thiago al primer equipo (aunque se mantenga con ficha del filial y combine partidos en ambos conjuntos) envía un nuevo mensaje de esperanza a las categorías inferiores: hay sitio en la cumbre para las nuevas hornadas. Porque son buenos y porque en el club hay unos ‘ascensoristas’ de lujo encabezados por Pep. Y certifica lo que se dijo desde el principio: corta sólo es la plantilla que no se utiliza al completo. Más valen veinte jugadores intercambiables que veinticinco de los que sólo se confía en quince.
Nolito apunta al adiós tras haber hecho bien las cosas y aprovechado su oportunidad. Se le fichó para el Barça B con el objetivo de ser un ‘vertebrador’, uno de esos jugadores que aportan la experiencia que no poseen los recién salidos del horno juvenil. En las dos temporadas y media que lleva como blaugrana comprendió el reto y se dejó la piel en cada sprint: corría para lograr un contrato profesional que le asegurase el porvenir. Objetivo más que loable. Pep y Luis Enrique le dieron oportunidades y el chico las aprovechó: luchó, dribló, se sacrificó por el conjunto, marcó goles, tuvo minutos con el primer equipo, goleó también con Guardiola y se labró un prestigio de futbolista con calidad suficiente para jugar en Primera. Pep le sugirió pelear por un puesto entre los gloriosos, pero el dinero y la certeza de más minutos han llamado a su puerta y Nolito los ha atendido. Parece lógico. La vida siempre es una decisión: quedarse o irse.
Lo que va a ocurrir con estos dos futbolistas nos ilustra sobre la realidad del Barça actual. Thiago ascenderá después de años de cabalgar por delante de las categorías que por edad le correspondían, pero también a partir de mucha disciplina inculcada para limar los excesos de su talento y ponerlo al servicio del colectivo. Aún tiene recorrido por mejorar en esta faceta y así debemos interpretar la pausa y prudencia con que le dosifica Guardiola. A los 19 años nadie debe exigir minutos dentro de un equipo compuesto por fueras de serie y el chico parece haberlo comprendido, con la ayuda de sus técnicos y un padre con experiencia contrastada. La llegada de Thiago al primer equipo (aunque se mantenga con ficha del filial y combine partidos en ambos conjuntos) envía un nuevo mensaje de esperanza a las categorías inferiores: hay sitio en la cumbre para las nuevas hornadas. Porque son buenos y porque en el club hay unos ‘ascensoristas’ de lujo encabezados por Pep. Y certifica lo que se dijo desde el principio: corta sólo es la plantilla que no se utiliza al completo. Más valen veinte jugadores intercambiables que veinticinco de los que sólo se confía en quince.
Nolito apunta al adiós tras haber hecho bien las cosas y aprovechado su oportunidad. Se le fichó para el Barça B con el objetivo de ser un ‘vertebrador’, uno de esos jugadores que aportan la experiencia que no poseen los recién salidos del horno juvenil. En las dos temporadas y media que lleva como blaugrana comprendió el reto y se dejó la piel en cada sprint: corría para lograr un contrato profesional que le asegurase el porvenir. Objetivo más que loable. Pep y Luis Enrique le dieron oportunidades y el chico las aprovechó: luchó, dribló, se sacrificó por el conjunto, marcó goles, tuvo minutos con el primer equipo, goleó también con Guardiola y se labró un prestigio de futbolista con calidad suficiente para jugar en Primera. Pep le sugirió pelear por un puesto entre los gloriosos, pero el dinero y la certeza de más minutos han llamado a su puerta y Nolito los ha atendido. Parece lógico. La vida siempre es una decisión: quedarse o irse.